domingo, 30 de noviembre de 2014

LA VEJEZ DE LAS ESTATUAS

Como se ha descubierto hace muy poco, en la selva del Amazonas las estatuas envejecen más rápido que las mujeres. Con los años pierden firmeza, se cansan de estar siempre en la misma posición, y acaban por bajarse del pedestal, limpiarse la humedad, los excrementos y la indiferencia, y deambular sin rumbo por los poblados. Los indígenas no les hacen ningún caso porque, en general, desprecian la ampulosidad, la escultura, y la vanidad rígida de las estatuas. Lo común suele ser que éstas caigan en la indigencia y mueran en algún albergue, desatendidas y remotas, o entre los desperdicios de un muladar. Allí solo los niños de la selva las visitan para jugar con ellas y cuidarlas con sus manos menudas, mientras las estatuas les cuentan sus vidas cuando fueron de carne, y podían sentir cómo las lágrimas rodaban por sus mejillas.


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