jueves, 5 de marzo de 2015

LAS ANCIANAS

Escuché la voz en la oscuridad: «Caía la tarde y los grillos cantaban en los jardines, fue el momento en que las dos ancianas se miraron, ambas con ramos entre las manos, en el cementerio. Casi al unísono dijeron: «¿tú tampoco, hermana?» Las flores cayeron a sus pies, ruidosas como un sonajero o una culpa; vencidas, se sentaron frente al mausoleo familiar. Desde el fondo de la noche inminente, una voz antigua se alzó para celebrar la cena: «Por fin estamos todos juntos»…» Entonces, después de muchas horas, volvió por fin la luz, pero yo seguía solo.


lunes, 2 de marzo de 2015

DOS NIÑAS

La niña que cada tarde se sentaba tras la ventana, temía y no podía evitar ver cómo el caballito de madera que estaba al fondo del pasillo comenzaba a cabalgar solo por llanuras imaginarias. Ése era el motivo que la llevaba a ocultarse detrás de la cortina, rezando y deseando, con los ojos cerrados y apretando los puños, que el caballito dejara de moverse. La otra niña estaba también muerta de miedo cuando aquella gruesa y oscura cortina empezaba a temblar como si estuviera viva o hubiese alguien detrás. Entonces bajaba agitada del caballito, salía corriendo de la casa buscando a su madre en el jardín, y le decía que odiaba las cortinas y que había que quitarlas todas o cambiarlas por otras más claras y más alegres.