martes, 2 de diciembre de 2014

VARIACIÓN SOBRE LA LEY DE GRAVEDAD

Cuando aquel día el hombre viejo abrió la ventana y vio, con asombro no exento de perplejidad, que el cielo y la tierra habían cambiado sus lugares y lo que antes estaba arriba ahora estaba abajo, y viceversa, cerró con terror la persiana y las cortinas y rezó con fuerza y obstinación haber quedado libre de la ley de gravedad que hiciera que su casa, con él dentro, se estrellara en algún sitio desértico, sin una gasolinera cercana, unos grandes almacenes, un bar, y sin agua potable. Estar flotando en el vacío, sin atmósfera, como un astronauta en su estación espacial tampoco le pareció muy seguro. Se sintió como una manzana suspendida en su rama, y dirigió sus oraciones a un solo deseo: que una mano divina lo recogiera, con todas sus pertenencias, y lo depositara en alguna cesta o frutero seguros, y no ser aquella que, por efecto de un viaje no previsto en el tiempo, cayó por sazón excesiva y ley de gravedad sobre la cabeza dura y enorme de Isaac Newton.







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