domingo, 7 de diciembre de 2014

LA CIUDAD DE PIEDRA

En el valle donde aún se asienta la antigua ciudad de Petra (en árabe, al-Batrā`), en la actual Jordania, las luces y las sombras juegan con lenguas y límites desconocidos en el misterioso templo de Ad Deir. Los antiguos edomitas construyeron plenitud y opacidades iluminando zonas concretas en los solsticios y equinoccios, según lo dispuesto por su arquitectura y su paisaje rojo. Durante el último solsticio de invierno que los nabateos vivieron allí, el sol, como una bestia atronadora, penetró en el monasterio y quemó los altares, incendiando también las manos y los ojos de sus adoradores. Fue entonces cuando una deidad elemental, animada por las llamaradas, se levantó de su podium, y fue devorando y mutilando a los sumos sacerdotes. Frente a Ad Deir, la diosa Al Uzza, montaña con forma de cabeza de león, despertó de su sueño y abrió también su boca sagrada. Los siglos sellaron un pacto de silencio sobre estos hechos. La Historia, las crónicas hablaron del cambio de las rutas comerciales y los terremotos como causa del olvido.



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