sábado, 6 de diciembre de 2014

SERENA NOCHE SIEMPRE OSCURA

Viene de pronto la noche y te pone una mano en el hombro. Te veo volver de dar tus clases de inglés y yo ya estoy en la terraza. Antes tuve una alumna rusa con la que me empeñaba en la importancia de las preposiciones. Adoro tus gafas rojas mezcladas con tu pelo, desordenado y libre como las imágenes de esta terraza italiana donde siempre es "domani, gelato, possibile, cigarreta..." Me gustan tus gafas rojas y acariciarlas de noche, cuando te quedas dormida, y entra por la ventana la música espantosa de una fiesta lejana; los acordes de los dueños del placer. Huele a albahaca y a comida italiana. Huele a Eslovaquia y a la Venecia del amigo Mauro, empapada por una lágrima de Pound y el espeso semen de Giacomo Casanova cayendo sobre las agudas máscaras. También aquí salen del mar bellezas gigantescas, mármoles fresquísimos, y sabemos agotar el amargor de la ginebra y la sequedad del vino blanco. Qué sutil esta in vención este recoveco del destino, este punto ciego en el puente que desemboca en la espuma. ¿Acaso no arde bastante el hielo en la palma de la mano? ¿Acaso hay una luna mejor que ésta, mordisqueada, que florece sobre la Montaña Amarilla? ¿Acaso podemos ser más felices que en esta Polonia de Bratislava, en esta Milán de Bruselas? En tanto, las flores nos atienden, Elton John canta "Rocket Man" y Pete Doherty su "Sheepskin Tearaway". El placer boquea como un pez agonizante en su vaso impuro.



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