miércoles, 26 de noviembre de 2014

ERA UNA DE ESAS NOCHES

La tarde acababa de hundirse en el horizonte y la noche, como siempre es aquí, cayó de pronto y se adueñó de cada espacio con sus hirsutas patas de araña. Era una noche muy negra, sin luna, y desde mi habitación a oscuras escuché cómo alguien caminaba en la huerta de al lado. Lo delataba el crujido seco del millo y el ladrido súbito de un perro. Nada me hizo estar seguro de ello, pero intuí que en las cercanías había otra persona que esperaba o seguía al caminante. Un viento repentino comenzó a lamer la noche y los grillos y las ranas se escuchaban cada vez con más intensidad.
Me pareció percibir un bisbiseo, apenas un intercambio mínimo de palabras. Oí un golpe seco con algo contundente, un mazazo que retumbó como un gong en la madrugada. Después un cuerpo que cayó entre el millo con estrépito, y el carraspeo árido que precede a un salivazo. Luego una última palabra pronunciada con rencor en una lengua desconocida. Apenas me di cuenta cuando clareó y el día se anunció en la ventana; pero no me atreví a mirar por ella ni a salir afuera. Volví a escuchar cómo alguien caminaba en la huerta de al lado con ansiedad. Me equivoqué: Aún era de noche.


1 comentario:

  1. Más pronto que tarde el día dejó ser para convertirse en noche eterna.... Entonces tendrás que salir aunque no mires por la ventana jamás.

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