lunes, 10 de noviembre de 2014

UNA PRUEBA DEFINITIVA


Todo ha ocurrido como estaba previsto. ¿Cómo estaba previsto?, ¿qué quieres decir con eso? Es decir, todos lloraron mucho, estaban verdaderamente tristes. Nadie entendía qué había pasado. Las coronas de flores se amontonaban en la iglesia y sobre el coche fúnebre. La muchacha estaba tan rígida, tan pálida, tan difunta... de veras, y siendo tan joven. Tan quieta, llevaba tantas horas inmóvil, vigilada por tantos ojos familiares que la habían visto crecer, decir las primeras palabras, aprender a montar en bicicleta,... en fin, una gran pena. El tiempo siempre pasa lento en los entierros, como si alguien retrasara el reloj. El padre lloraba a lágrima viva, con los ojos enrojecidos. La madre no dejaba de lamentarse. La abuela, con el gesto contrahecho y el pelo completamente blanco, como si hubiese envejecido veinte años de golpe. Una tragedia, una verdadera tragedia griega. Todo había ocurrido después de la última crisis. Forrados de negro, una mueca fea en el rostro. Ella impasible, sin moverse. Te lo prometo: cuando le cogieron las manos por última vez y se las juntaron sobre el pecho, nadie se dio cuenta que aquel corazón, aunque débil, seguía latiendo... ¿Cuándo crees que empezará a gritar? No lo sé ni me importa, pero te lo advierto: sin sentimentalismos. Solo la sacaremos cuando todo haya acabado de verdad. Entonces será más fácil comérsela.
















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