lunes, 12 de enero de 2015

EL MONSTRUO

La boba de Rosemarie no sabe nada, seguro. ¡Ella qué va a saber! La mitad de mis hijos o nietos tampoco. Todo lo he planeado minuciosamente y sólo yo tengo la clave. No, no puedo fiarme de nadie en un asunto como éste. Eli tenía que ser sólo para mí. Ella es mía, mi niñita, y sé que con los años también ha aprendido a amarme. De ninguna manera los mocosos deben siquiera sospechar que ella está aquí mismo; pero no está sola: no soy tan cruel y sé que la soledad pesa como un fardo de piedras. Con ella están Kerstin, Stefan y Félix.
Admito que el sitio es algo oscuro y estrecho, húmedo, pero los alimento a todos bien y regularmente. Creo que el ser humano debe ser capaz de adaptarse a cualquier ambiente. La puerta corrediza, de hormigón, es infranqueable. Nada se me podía escapar, ningún hilo suelto. Yo soy un hombre sencillo, normal, de recursos modestos, que aprendió un oficio muy pronto para mantener a su familia; pero sé que Eli me quiere, pese a la diferencia de edad, y llegará a amarme tanto como yo a ella.
Sí, lo de las cartas tuve que inventármelo para tranquilizar a Rosemarie. Eran demasiados años sin ver a la niña y no me podía permitir más sospechas que las justas, ¿comprenden? Ella no entendía por qué había desaparecido de repente. Era una hija muy buena y muy callada, eso decía la pobre imbécil. ¿Esclavitud, homicidio, violación, secuestro...? ¡Ah! Paparruchas, ustedes no entienden nada. Era mi niña, comprenden, mi favorita, no podía dejar que se marchara con cualquiera. Me daba mucho miedo que saliera de casa, que cualquier día abandonara el nido para no regresar. No tuve otra salida. Juro que no había otra.
Todo hubiera seguido como hasta ahora si no hubiese sido por Kerstin y esa maldita enfermedad. ¿La luz del día? Bah, en Amstetten no hay mucho de eso, la claridad del día es gris, plomiza, agria el carácter, y la luz siempre ha sido algo secundario y accesorio. Yo, particularmente, prefiero la sombra. A mí me gusta la noche porque de ahí provenimos todos, de la noche primordial. Sólo la oscuridad nos hace sentir seguros, calientes y acogidos, como en el vientre materno. Siempre he creído que el sol es algo sobrevalorado en su influencia sobre la naturaleza humana y la vida en la Tierra. ¿Saben una cosa? No es así.






















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