ERA
UNA DE ESAS NOCHES
La
tarde acababa de hundirse en el horizonte y la noche, como siempre es
aquí, cayó de pronto y se adueñó de cada espacio con sus hirsutas
patas de araña. Era una noche muy negra, sin luna, y desde mi
habitación a oscuras escuché cómo alguien caminaba en la huerta de
al lado. Lo delataba el crujido seco del millo y el ladrido súbito
de un perro. Nada me hizo estar seguro de ello, pero intuí que en
las cercanías había otra persona que esperaba o seguía al
caminante. Un viento repentino comenzó a lamer la noche y los
grillos y las ranas se escuchaban cada vez con más intensidad.
Me
pareció percibir un bisbiseo, apenas un intercambio mínimo de
palabras. Oí un golpe seco con algo contundente, un mazazo que
retumbó como un gong en la madrugada. Después un cuerpo que cayó
entre el millo con estrépito, y el carraspeo árido que precede a un
salivazo. Luego una última palabra pronunciada con rencor en una
lengua desconocida. Apenas me di cuenta cuando clareó y el día se
anunció en la ventana; pero no me atreví a mirar por ella ni a
salir afuera. Volví a escuchar cómo alguien caminaba en la huerta
de al lado con ansiedad. Me equivoqué: Aún era de noche.
Más pronto que tarde el día dejó ser para convertirse en noche eterna.... Entonces tendrás que salir aunque no mires por la ventana jamás.
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