domingo, 12 de octubre de 2014

LAS LINARIAS

Las linariasque nunca nacieron junto al muro,
como siempre, mantienen su esplendor.
Mi tacto evoca sus aromas
y esta cadencia sabe a sus imágenes.
Para alcanzar su altura,
me inclino a lo más hondo.
Allí detengo el fuego que alimenta su carne
y la nieve más roja
me quema las pupilas.
Ahora las contemplo ciego,
su liturgia pagana.
Parece provocarles, mi trabajo,
el pudor demorado
de una conciencia vigilada
por quien las sabe transparentes.


1 comentario:

  1. "Para alcanzar su altura,
    me inclino a lo más hondo.
    Allí detengo el fuego que alimenta su carne
    y la nieve más roja
    me quema las pupilas."

    Me parece fascinante esta parte del poema, siempre veo en tus poemas de esa época la fascinación del instante, como decía Breton: "¿En qué punto comienza la imaginación a ser perniciosa y en qué punto deja de
    existir la seguridad del espíritu? " Tú espíritu contiene el instante, aunque este sea oscuro, pernicioso tal vez para la propia naturaleza que delatas.

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