LA
CIUDAD DE PIEDRA
En
el valle donde aún se asienta la antigua ciudad de Petra (en árabe,
al-Batrā`), en la actual Jordania, las luces y las sombras juegan
con lenguas y límites desconocidos en el misterioso templo de Ad
Deir. Los antiguos edomitas construyeron plenitud y opacidades
iluminando zonas concretas en los solsticios y equinoccios, según lo
dispuesto por su arquitectura y su paisaje rojo. Durante el último
solsticio de invierno que los nabateos vivieron allí, el sol, como
una bestia atronadora, penetró en el monasterio y quemó los
altares, incendiando también las manos y los ojos de sus adoradores.
Fue entonces cuando una deidad elemental, animada por las llamaradas,
se levantó de su podium, y fue devorando y mutilando a los sumos
sacerdotes. Frente a Ad Deir, la diosa Al Uzza, montaña con forma de
cabeza de león, despertó de su sueño y abrió también su boca
sagrada. Los siglos sellaron un pacto de silencio sobre estos hechos.
La Historia, las crónicas hablaron del cambio de las rutas
comerciales y los terremotos como causa del olvido.
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