EL
AHOGADO
Juan
Jesús, el hijo de Maruca, la anciana que vive en la casa de Juan
Ramos, se ahogó en la playa del pueblo cuando sólo tenía siete
años. Mi madre siempre dice que mi abuela contaba cómo lo buscaron
durante días a mucha distancia de la orilla, mar adentro, y que el
pobrecito estaba allí mismo, a unos pocos metros, donde la arena se
acaba y viene luego un gran socavón. Juan Jesús no sabía nadar y
murió por atrevido y confiado, eso escuché siempre. Fue un golpe
durísimo para la madre que, pese al tiempo transcurrido, nunca se
recuperó ni volvió a ser la misma; aunque le quedaba otra hija,
Inmaculada. Casi sesenta años después, estaba yo una tarde en la
playa preguntándome dónde había ocurrido exactamente todo. Nadie
hablaba ya de ello y la gente fingía haberlo olvidado. Ocioso,
tomaba el sol, leía o miraba a las gaviotas picoteando entre las
algas, hasta que un niño se me acercó de pronto con un cubo, un
rastrillo de juguete en la mano y un papelito. «Es para usted», me
dijo, y volvió corriendo a la orilla. Intrigado, abrí la hoja un
poco mojada: «Ayúdame. Las noches de invierno aquí abajo son muy
oscuras», habían escrito con mala letra infantil.
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