Finfle, gacho mordisqueado, echón,
se pasa día y noche desagallado,
pidiendo “lamparita”, lambuciado
por el vino pirriaca y vacilón.
Sabichoso que juye del turbón,
Se desamora, quédase embaifado.
Fanguero, sabandija, enmachangado...,
y nadie le habichuela el corazón.
Le he visto crecer como un plumero
Y resignarse, mínimo y descuerado,
a su tamaño zuaja de soturno.
Él es así, se pone rabilero;
pero lo dejan solo y emborcado,
inerme bajo el cielo más nocturno.
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