LAS
LINARIAS
Las
linariasque nunca nacieron junto al muro,
como
siempre, mantienen su esplendor.
Mi
tacto evoca sus aromas
y
esta cadencia sabe a sus imágenes.
Para
alcanzar su altura,
me
inclino a lo más hondo.
Allí
detengo el fuego que alimenta su carne
y
la nieve más roja
me
quema las pupilas.
Ahora
las contemplo ciego,
su
liturgia pagana.
Parece
provocarles, mi trabajo,
el
pudor demorado
de
una conciencia vigilada
por
quien las sabe transparentes.
"Para alcanzar su altura,
ResponderEliminarme inclino a lo más hondo.
Allí detengo el fuego que alimenta su carne
y la nieve más roja
me quema las pupilas."
Me parece fascinante esta parte del poema, siempre veo en tus poemas de esa época la fascinación del instante, como decía Breton: "¿En qué punto comienza la imaginación a ser perniciosa y en qué punto deja de
existir la seguridad del espíritu? " Tú espíritu contiene el instante, aunque este sea oscuro, pernicioso tal vez para la propia naturaleza que delatas.