HISTORIA
DE UN DEICIDIO
Al
alba, tras un sueño inquieto, René Descartes
despertó convencido por la necesidad de dudar de todo, de todo menos
de sí mismo; es decir, de cada cosa menos de sus potencias
cognitivas, de su intelección, de su capacidad para la incertidumbre
y el escepticismo. Descartes dudó de la larga y tediosa Teología
Medieval, de la Teocracia, del Silogismo aristotélico, del Nuevo
Testamento, del Antiguo Testamento, en definitiva, del mismo Dios.
René se movía mucho, tenía miedo: estamos en 163... y no hacía
tanto que Giordano Bruno había sido quemado vivo. Descartes, a
veces, creía oír ayes y gritos espantosos a su alrededor. Por
comodidad, por precaución, se fue a Holanda, pues un filósofo
necesita sus horas de ocio cada día para poder pensar sin que la
Inquisición te ande molestando por cualquier cosa. Allí,
clandestinamente, sin escandalosos milagros, parábolas,
resurrecciones ni dar clases a los pescadores, se convirtió en Dios
ante el absentismo laboral de Dios, y trató de trabajar un poco.
Comenzó
a reordenar filosófica y matemáticamente el viejo universo, los movimientos de
los astros, el sistema solar, y a aceptar nuestra marginalidad en ese
sistema. Descartes quitó a Dios del trono para jugar él la partida,
para sentarse él a ver la película del mundo. Se puso detrás del
telón y ahora era él quien movía los hilos. Después de muchos
siglos, René era, por fin y sin que resulte cursi o ridículo
decirlo, un hombre “hecho a sí mismo”.
Luego creó una humanidad nueva, crítica, burguesa, dueña de su
destino, que le daba codazos y pisoteaba a Dios mientras corría para
aniquilar a Luis XVI y María Antonieta. Cuando Descartes creó a Descartes,
el segundo Descartes escribió un libro, inspirado por el hastío y
la pereza de Dios: el Discurso del
método (1637),
un tratado filosófico en el cual un tal René Descartes se levanta
un día poniendo el mundo al revés, todo patas arriba, hasta llegar
ante las barbas de Yahvé y de un tal “genio maligno”.
¿Cuál
fue la intención de Dios al crear a un primer Descartes creyente que
crea, a su vez, a un segundo Descartes dudoso y escéptico que quiere
coger las riendas de la Historia? Un filósofo de Níger, tres
obispos de la Isla de Pascua y seis estudiantes de metafísica en
Friburgo, están de acuerdo en afirmar que Dios quiso tomarse unas
merecidas vacaciones sin más quejas, peticiones ni lamentos; aunque
uno de ellos argumentó que el señor no quería declarar su
patrimonio a la iglesia ni a Hacienda en el futuro. Algunos ilustres
pensadores opinan en cambio que Dios quiso demostrar que el hombre
también podía y debía hacer algo por sí mismo, sacarse solito las
castañas del fuego. Otros dicen que a Dios le gustan los trucos, las
dobles metonimias y, sobre todo, que nos matemos con abundancia los
unos a los otros. Nada le divierte tanto como una guerra preventiva o
una buena revolución.
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