jueves, 5 de marzo de 2015

LAS ANCIANAS

Escuché la voz en la oscuridad: «Caía la tarde y los grillos cantaban en los jardines, fue el momento en que las dos ancianas se miraron, ambas con ramos entre las manos, en el cementerio. Casi al unísono dijeron: «¿tú tampoco, hermana?» Las flores cayeron a sus pies, ruidosas como un sonajero o una culpa; vencidas, se sentaron frente al mausoleo familiar. Desde el fondo de la noche inminente, una voz antigua se alzó para celebrar la cena: «Por fin estamos todos juntos»…» Entonces, después de muchas horas, volvió por fin la luz, pero yo seguía solo.


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